Emilia, según pasaban los meses, iba vaciando su vida de
esperanzas. Durante los años de cajera en aquel supermercado de las afueras con
un salario de miseria, consiguió hacerse con unos ahorrillos. Después de dos
años sin trabajo, sin ingresos y sin futuro, tiene que ir haciendo economías
para sobrevivir. Comenzó vendiendo la tele, un abrigo, su anillo de compromiso,
la cafetera que le regaló Manuel, todo lo que tenía algún valor ya lo ha
vendido. Hoy, sin poder soportarlo, acaba de tirar a la basura su sueño de ser
madre. Sabe que eso no se vende bien.
Uff, duele tu relato. Habla de la "violencia estructural" que obliga a la mujer a abortar. Y este relato que has contado sí que va al origen de esa violencia. Al final ni sueños de niños podremos tener.
ResponderEliminarEfectivamente ese sueño no se vende bien, ni siquiera nos queda ya eso.
ResponderEliminarBesitos
Crudo; pero también certero. Muy bueno. Saludos
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